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Ya no, yo tampoco

Ya no saco fotos al amanecer, ya no tomo mate al atardecer, ya no tengo ganas de rimar con ser. Ya no tengo galería, ya no corto el pasto con alegría. Ya no estribo la felicidad, ya no sé cómo es la verdad. Ya mis caminatas son a dos pies y les faltan un montón de patas; ya no son gratas. Ya no siento el corazón, ya no le creo a la razón. Ya no lleno baldes de avena, ya se rompió mi reloj de arena. Ya no cuento con mi futuro, ya ni sé qué entender por “maduro”. Ya no riego tus almácigos, ya no tengo momentos mágicos. Ya no encuentro el mapa de mañana, ya no huelo lo que el jardín emana. Ya no cuento tantas estrellas, ya no puedo seguir tus huellas. Ya no tuesto para salvar pan, ya no tengo una vida con plan. Ya no puedo con tanta pena, ya no me acuerdo nuestra última cena. Ya no me despierto con pájaros, ya no veo temblar tus párpados. Ya no me acompaña tu complicidad, ya no lo creo a la verdad. Ya no me levanto rápido de la mesa, ya no prendo el fuego, ni tengo mesa. Ya no disfruto almuerzos al sol, ya no tengo fuerza para gritar un gol. Ya no trabajo con mis defectos, ya no imagino recuerdos perfectos. Ya no viajo como un loco, ya me queda poco. Ya no preparo sorpresas, ya no tenés que sufrir mis rarezas. Ya no tengo lo que quería, ya no me cambia el nombre del día. Ya no voy a ser el mismo, ya no hago pie en este abismo. Ya no sé cómo viene la mano, yo no creo que todo haya sido en vano. Son demasiados “ya no” y yo tan poco. 


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Pequeñas muertes

Poca alegría superficial y una profunda tristeza. Un buen día, vos venís tranquilo, te cuelgan un cartel y te chocan la vida de atrás, porque no la viste venir, es así. Llamás a los del seguro pero no era tan seguro que te iban a ayudar. El chapista se vuelve loco y te quiere cobrar un dineral que no tenés. El auxilio silba “Help” de los Beatles, se manda a mudar en la primera bocacalle, vos en la vereda y el horizonte hace la vertical. Manoteás un bolso, ponés unas medias, un desodorante, bronca, abrigo y un perfume, aunque todo huele a frustración. Ponés en alquiler tu alma y te acomodás en la dependencia de servicio de alguien, aunque sabés que a futuro no sirve. Hubo una explosión sordomuda, casi invisible; desayunaste onda expansiva, almorzaste esquirlas y, lógico, no llegaste al atardecer. Igual un gracioso arrimó galletitas de agua y picadillo de carne. Qué injusto el manto de la actualidad, pensás, casi un trapo que no limpia y juega sucio. El desempleo es un inconveniente tan insignificante y tierno que lo abrazás. Hacés memoria, hacés cuentas pero nada cierra. Bueno sí, te cerró el chino, que no te entiende el idioma y hacés señas del otro lado de la cortina metálica en vano. Es una cortina de hierro, es la metáfora de lo que te pasó. El delivery no trabaja cariño y vos extrañás la comida casera, que vos mismo preparabas. Entonces entendés que no es por la comida y sí por la compañía.  Corta la bocha y vos esperabas un pase largo. Lo que ya es una certeza es dónde vive la desdicha y a qué hora labura el llanto. En definitiva, concluís que el destino es un cobarde, el porvenir un completo extraño y lográs poner algo en claro de tu cabeza: “qué oscuro se puso todo, no veo cómo seguir”. Las alegrías superficiales no llegan a ser aprendices de felicidad, las profundas tristezas tienen posgrados y maestrías. Te diría cómo pero no sé, siento un conjuro de desgracia, llegan señales en incómodas cuotas, pequeñas muertes desentonan tus notas. 


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No se puede vivir

No se puede vivir sin música.
No se puede vivir sin tranquilidad.
No se puede vivir sin libertad.
No se puede vivir sin reír.
No se puede vivir sin llorar.
No se puede vivir sin comer.
No se puede vivir sin silencio.
No se puede vivir sin cantar.
No se puede vivir sin colores.
No se puede vivir sin agua.
No se puede vivir sin animales.
No se puede vivir sin pensar.
No se puede vivir sin mares.
No se puede vivir sin lluvia.
No se puede vivir sin sol.
No se puede vivir sin objetivos.
No se puede vivir sin los demás.
No se puede vivir sin tropezar.
No se puede vivir sin perder.
No se puede vivir sin familia.
No se puede vivir sin amor.
No se puede vivir sin morir.
No se puede vivir sin perdón.
No se puede vivir sin bailar.
No se puede vivir sin miedos.
No se puede vivir sin amigos.
No se puede vivir sin esperanza.
No se puede vivir sin sueños.
No se puede vivir sin dudas.
No se puede vivir sin darse.
No se puede vivir sin fuego.
No se puede vivir sin corazón. 
No se puede, a veces, vivir.


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No pasará jamás

La realidad no viene con airbag y a la vida se le desprendió el paragolpes varios kilómetros atrás. Vos vas… crees tener todo en regla. Seguís. Todo en su momento y su lugar: lágrima con edulcorante, lágrimas con frazada. Tenés permiso para llorar, tenés cédula para reír. No encontrás el cricket del alma y tampoco hay repuesto; es un trabajo de artesano y nunca queda sano el asunto como 0km. Le miento a mi convencimiento. Los besos recién afeitados pinchan, los besos no dados pesan. El camino está lleno de atajos, algunos no tienen salida. A veces la vida recalienta… a veces la rutina te funde. El sueño del primer auto choca al día siguiente: es poca cosa, es ninguna casa. Tu semana tiene el gusto de una galleta de arroz. Se te ocurre algo brillante tirado en tu cama pero la calle lo opaca. No ves bien con claridad, te burla el sapito. Te sentís un convicto de lo que hiciste. Lo que diste, lo que no, el arreglo que dejaste para el mes que viene y no llevaste tus días al service oficial. Cada vez vas menos lejos. Ciertas paradas no las resignamos, no son negociables, por más que el orgullo parpadee a destiempo. El guiño no era de la suerte y doblaste en contramano; el truco es administrar las manos sin cartas. El productor de ingresos juega a lo seguro: que choques o te choquen, le da igual. Pero la ruta tiene un horizonte más allá y nos empeñamos en llegar al final del Arco Iris aunque sea empujando. Es importante saber una cosa: el humor no pasará jamás.

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Herida de vida

No siempre el problema somos nosotros, también el entorno es un peligro en potencia. La amenaza de la segunda jugada, el rebote del acto, las esquirlas de las consecuencias, las incongruencias del entendimiento. Miento. No, mentira. ¿Y vos? Si los robos me molestan mucho, el tráfico de ideas me resulta más abominable. No se puede saltar desde una cartuchera de tres pisos, no. No amerita vaciar la cartuchera para matar el pasado, tampoco. Atar cabos a veces termina con alguien colgado. Hay días que la vida te caga el vuelto o el destino te deja una propina corta. Ocurre que por mucho desear nos hacemos indeseables, también. Y si no… andás con tan poca vida que te querés morir. La cama le da vida al sexo y mata al depresivo por igual. Las dos plazas de la soledad son un campo de concentración. El sueño no firma la paz con la madrugada y sos un espantapájaros todo el día. En la vida estás quebrado pero parece que son infinitos los fondos y en todos caíste vos. Vas tocando fondo de oído pero todas las canciones parecen tristes y se hacen carne en tu herida de vida. Es mucho cansancio sin descanso que anda descalzo en situación de calle. Es un misterio que no calle, un callejón sin salida. Tanta ira de mentira, tanto papel de papel, casi un protagónico agónico de tristeza que no reza pero vive pidiendo.

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El de antes

En la licitación del corazón todos tenemos un proyecto y nadie está libre de fundirse o ser estafado. No es grato nunca resignar la localía ni jugar siempre de visitante, aún con las mayores comodidades. No conocés todo al dedillo, acomodás escombros de desarraigo, no estás a gusto. No está bueno cuando tu autoestima anda en jogging por ahí o tu orgullo pide licencia en el trabajo. Y atención al atajo de la soledad, no siempre es el mejor camino, decorado con falsa meditación y libertad que huele a fresia pero se marchita a la luz de la razón. Los sentimientos son de cristal, pero el cristal no siempre es real. La introspección es mucho mejor que el puntero láser. El desafío de hacer es mucho más noble que el ensayo del diálogo que siempre camina las mismas calles en redondo. Cuando el asunto es hondo hay que saber nadar y aprender a contener la respiración. A veces tenemos que escuchar palabras e interpretar discursos, pero como si estuviéramos abajo del agua, no? No sé bien,  sólo que sucede. Y es que a veces toca estar debajo de una lluvia que parece nunca secar; pasa. Estamos convencidos de tener un nubarrón personal que no merecemos y nos sigue como perro a su dueño. Pero lo otro que también pasa es la tormenta, pero a veces uno se cansa del agua, es débil, no interpreta bien, no exterioriza tampoco, se guarda, se encierra, no saca el piloto ni se calza las botas y… se queda. En el encierro no hay salida, básicamente porque uno elige no salir. Momento para los atentos mercaderes de opinión y consejeros viles. Cuidado, me remito a tomar los consejos cuando los pido, no acepto muestras gratis. Es claro que el pasado nunca podrá zapatearle al futuro, porque Marty McFly hay uno solo y el DeLorean sólo pasea por Hollywood. Lo importante es llegar al final del camino, mas para eso hay que ponerse el cinturón, ganar en seguridad y recordar el futuro que uno algún día de inspiración auténtica dibujó a la perfección. ¿Cuál futuro? El de antes…    

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Licuado de pasado

Vos pensabas que tenías el cemento armado y flor de piedra angular, pero en realidad vivías en la casa prefabricada del primer chanchito, que se fumaba uno armado en primavera. Y entonces viene quien menos te imaginás y sopla cuando no hay vela, para desmoronar tu rascacielos de naipes, quema todas tus cartas, se levanta con armas, te desarma y hace caer. Es cuando no sabés qué creer. Miseria de histeria, mi serie de pie, en posición adelantada tus dichos y todos acabamos en nichos. Crecemos entre caprichos, carecemos, nos hacemos los bichos. No quiero otra escalada, no puedo vivir a ensalada. ¿Hasta cuándo la puerta cerrada? ¿No ves que no se llega a nada? Me pregunto cuál es el punto… Vas y venís, entrás y salís, nunca te definís y mi esfuerzo se vuelve a hacer pis. No siempre me acuerdo que te olvidás las calles, que la euforia tiene poca memoria, que la suerte tiene pena de muerte, que el tinto es un laberinto, que nos cuesta dar en el blanco, que para golpear soy manco, que en el replay de la charla me estanco, que la onda verde a veces te pierde, que el amarillo es más sencillo, que el rojo sólo deja enojo. Ojo con lo que decimos, tacto con lo que miramos, no siempre se caen bien lengua y oreja. Hoy me tiento infeliz, mañana me miento feliz, pasado te piso. Pisar el pasado con firmeza te pone de pie en el presente. Huele mal tu espiral de palabras, me ahuyenta. Tengo una pila de motivos con poca batería. Cuando pensamos sin inteligencia, falseamos la verdad; creo. Seguiré creyendo en lo que creo y pido salir al recreo. Para ser sincero: en la izquierda parezco un cero y en la derecha dos. No pienso mentir, me propuse sentir. ¿Callar es querer escuchar..? No sé, pero ayuda. Tengo un silencio necio y un grito que se empaca. Hice la valija y me mudé de vicios a unos con dependencias. Te das cuenta que dependemos de pender lo menos posible en la distancia. En la arrogancia hacemos listas de imposibles sensibles. Yo sigo acá mucho más que antes, sé que ayer viene con barrotes, que no estuve en algunas caricias pero lo volvería a hacer.

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Ladrillo hueco

Al destino no lo construyamos con ladrillo hueco. A veces te quedan las llaves adentro y otras un par de cosas por decir. Sentarse en el banco de suplentes es tu enojo de hoy, pero también el sueño del que patea la calle todo el día. Nunca es tan urgente comprar una cartera y sí recibir esa carta. El día que una noticia te parta, vas a ver las dos mitades de cada tema. La vez que la torta se quema la comida se acorta. Los sueños viven de dueños que mueren porteños o resucitan en el interior. A nivel país no sé cuánta gente es feliz. Si miro el continente, asumo que el mundo me miente. Cuando interpreto al planeta, el ser humano es un invento berreta. El mundo es un nido sin árbol, a la vida no se le cae una idea y vos te compraste un iphone 9, pero que no es goleador. Qué sé yo... de entre las cosas que no me cierran, tengo estas líneas y unos pantalones del año pasado. Mezclemos una bolsa de voluntad, entre cal y arena, de cara al futuro. Ejercitémonos con flexiones pero también con reflexiones, porque procuramos tener un buen cuerpo pero nos mueve la mente y nos tironea el corazón. 

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Esc

El mundo no nos sale redondo, pero es así. Hoy es viernes y vos tan lunes. Bailando al compás de estrofas que tropiezan y pierden el equilibrio, con versos que ni siquiera riman con nuestro presente. Y te quedás mirando un monitor toda la noche, o esperando un chat con el vaso medio vacío y se te dibuja un emoticón triste en la cara. A veces somos así; no, perdón, estamos así. Una pelea te afea, también la edad de la soledad, el sarcasmo de un orgasmo, cosas poco dichosas o nuca dichas. No somos nuestros dueños mientras posterguemos los sueños, menuda ecuación. Tenés flor de trabajo y ningún momento para respirar un jazmín. La perversa rutina de oficina, ningún Rutini para descorchar ni una ruta para escapar. Ay, tampoco tenés un plan, pero sos devoto de la queja. Moraleja: te fijás en los demás y no hacés tu juego. Estás paveando con fuego. La idea esa que se te ocurrió se marchitó 3 otoños, demasiado tiempo. Demasiado a destiempo para la autorrealización. Mucho ajeno y poco propio, el opio de esperar y no generar. Es el temor, socio del conformismo, tío de la mediocridad. La lista de propósitos que pusiste con resaltador en la solapa de tu agenda es la prueba del delito de dejarse estar. En la quietud hay poca virtud. Salvo que estés tomando aire para salvarte de una ráfaga de penas, por ejemplo. De nuevo quedaste preso de la red social y evitaste a la sociedad de carne y hueso. Por eso, a veces hay que ir más allá, entre tantos miedos y arrobas. Para mí, en sus tópicas, Freud olvidó poner a ella. Y el yo no siempre es tan súper. El colchón de una plaza no tiene tobogán, parece una estancia inundada por la seca y ahí seguís tratando de sacar un tema con la armónica. Aun desnutridos, culposos o estancados, los viernes riman bien oportunidad con amistad.

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La realidad

La vida es a veces injusta o, al menos, pensamos que lo es con nosotros. Pero también se disfruta. Además uno puede dirigir su norte en cualquier dirección siempre que se lo proponga y lo desee realmente. Entre lo real y lo que nos pasa hay un mundo y hasta vive gente, en serio. En el medio de lo que decimos, sentimos, ocultamos, mentimos o mejoramos, vive un terapeuta; después, unos metros más adelante, viene la realidad. Claro, porque muchas veces la corremos de atrás. La realidad puede ser un fórmula 1 con mil marchas imposible de alcanzar, o un delantero escurridizo al que le miramos el número y a veces le afanamos la pelota, o un novio idealizado con aspecto de príncipe y buzo azul, pero que toma, apuesta y, en ocasiones, hasta miente. Hay tantas realidades como lupas que las miran. Está la cruda realidad, una más a punto, otra cocida, jugosa, pasada. En fin, cada uno juega al Monopoly lo mejor que puede. Pero si no nos animamos a increpar a la realidad, a mirarla de frente y ponerla en su lugar, seremos unos mediocres conformistas. Así lo veo hoy, cuando son casi las 3 y monedas de la madrugada y escucho que ladran unos perros a lo lejos. Se vienen las 4 y el viernes, todos le sonríen. Otra vez la realidad se viste de despertador, es así. Pero mire… para encontrar hay que buscar, para buscar hay que moverse, para andar hay que estar sano, para ser saludable hay que morfar bien, para cocinar hay que tener con qué, por eso hay que ir a laburar, dormir bien, soñar mejor y así. La búsqueda no es sencilla, no. El camino tiene atajos inmorales, psicotrópicos, espejismos, chantas, derrotas, caídas, muerte y demás sinsabores. Pero cuidado, si usted es buen explorador, o una buena cazadora, dótese de una cantimplora con mucha voluntad, elija bien la ropa, cargue a la familia en el asiento de atrás, pare en el camino donde encuentre amigos, escuche buena música y aliméntese con grandes porciones de arte. Es larga la ruta como vemos, mas después de mucho andar, uno se asocia con la realidad, toma café y un buen día, la muy zorra, finalmente, le presenta a la felicidad, que es como su abuela, y te sopla la receta de la plenitud. Es cosa de animársele a la realidad, no? Dos cosas son seguras: una, no es fácil; la otra, todos podemos. Hable con su confianza, verá que con ella le irá mejor. ¡Tomemos el riesgo del error! Y bien, aquí se termina mi ayuda con su realidad puesto que tengo que ir por la mía. 

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Escudos

Hoy, no sé por qué, me puse a pensar en la idea o el concepto de “escudo”. Creo que fue por algo que escuché del caballero que siempre necesita su escudero, pero fui un poco más allá del Quijote. Cavilando arriba de un colectivo me dije “por lógica el escudo servía a los guerreros para defenderse de agresiones en una batalla”. Pero al rato lo llevé a un plano más actual y lo hilé más con la idea de la protección que supone en muchos ámbitos lo que las instituciones, clubes, colegios representan para quienes están detrás de un emblema. Uno defiende su escudo y las ideas que el mismo representa, es así. La insignia puede llevarnos al error, porque todo puede encaminarnos mal por nuestra condición de humanos. Insisto en el valor de las ideas representadas por escudos, gente con objetivos comunes, sueños que nos unen. Y detrás del escudo, objetos que te seducen, disciplinas que nos hacen fanáticos. Los deportes, lindo ejemplo, vehículo para estar alejado de la droga, para aprender a trabajar en equipo, para reconocer la autoridad, para jugar con reglas que nos contienen, para hacer amigos, para estar en familia, para compartir momentos, para ponerse a prueba, para superarse, para tener salud, para liberar nuestra cabeza. Es válido volver a confiar en los locos que se juntaron en un café un día y decidieron fundar un espacio para nuclear personas con un propósito y la excusa del arte, del deporte, de la política, de la educación, de contar historias y ponerse en las filas del escudo que cada uno elija defender.

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Animarse

El desafío es chico, moderado, no tanto, o extra large. La meta es lejos, con peaje, sin atajo, o a la vuelta de tu casa. Hoy te ponés un pullover, te ponés mal, te ponés algo azul, te ponés triste... te ponés. Ayer pensaste un montón en mañana y te gambeteó el presente. No me acuerdo si fueron los griegos o los romanos que hablaron de "anima" para referirse al alma: eso que anima el cuerpo. Sí tengo claro que los griegos, de tanto andar ociosos, tuvieron ideas que cambiaron la historia del mundo que nos rodea. Tal vez por eso no hago caso si me cuestionan el reposo; respondo: "estoy imaginando cosas geniales". Tal vez fracasen, o no. Seguro será por falta de mi empuje que por la idea en tanto ella. Yo te invito a darle una descarga a tu alma y luego a llenarla de cosas más puras. Después el movimiento es contagio y viene lo mejor. ¿Podés animarte a algo? No es sencillo dejar la cama sin hacer para quien es prolijo, no. Tanto como que el desordenado deberá activarse de otro modo para que las cosas cambien de lugar. En definitiva... ¿Somos capaces de torcer el rumbo, nuestro norte? El alma empuja la vida, el cuerpo custodia el espíritu, sin corazón no vivimos, el temple sugiere caminos, la voluntad firma acuerdos de movilidad con la razón y ahí vamos. ¿Podemos con el tema de la cama? Este es mi aviso de compromiso para uno mismo: animarse.

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Nuestras luces

Son muchas las veces que jugamos al ciego y nos hacemos los gallitos; más de las aconsejables. Es claro que con poca luz no se ve bien, tanto como que si es muy fuerte, tampoco. El arroz puede ser plato principal o guarnición, verdad? Con frecuencia, o sin, creemos que somos mejores o peores de lo que en realidad se confirma en los hechos. Los seres de luz, por lógica, deberían iluminar el camino del resto. ¿Las personas con pocas luces se distinguen en la penumbra o pasan inadvertidas? En la sombra se posan delincuentes o acalorados por igual. Los diferentes resaltan, para mal o para bien, no te olvidás de ese alguien. ¿Tu espíritu es de bajo consumo? Asumo que estoy haciendo méritos para agregarle lumbre a mi entorno. Por suerte la luna a veces alcanza para ver de noche. Es bueno el sol para iluminar las mañanas y secar las gotas de lluvia. Con una vela, simplemente, sobra para la lectura. Algunas vienen dadas pero también queda en los hombres elegir nuestras luces.

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Qué hacemos

Llamar por cobro revertido y no querer cortar, exponernos a una neumonía esperando a alguien especial, irnos antes de un parcial para jugar al fútbol, vender cosas viejas para ir a ver una banda, pelearnos con quien sea para ver un amigo, pedir permiso en el trabajo para no ir al médico y ver a tu a equipo, decir que dormimos en lo de una amiga para ir a bailar, ahorrar todo el año para poder irnos de viaje, comprar cosas que no necesitamos porque sí, ir al psicólogo para estar menos intranquilos, fumar cualquier basura por error, dejar esperando al corazón de alguien, mentirle a nuestros viejos, fraguar planes poco geniales con hermanos, automedicarnos, comer mal, tomar bien, pensar poco, hablar mucho, decir menos, ladrar de más, cantar mal, contar historias bien, hacer el bien, pelearle al mal, convidar, prestar, rezar, putear, callar... Cosas que hacemos para vivir.

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Tetris

Jugamos al tetris con defectos y virtudes, nuestros y de los otros. Por el tracto digestivo nos sube y baja una acidez que llamamos culpa. A veces nos brota el fuego de la voluntad con una fuerza animal; otras, tenemos que agarrar una pala e ir a buscarla. Que sea un esfuerzo pasajero no niega que lo podamos hacer por gusto y convencimiento. En el extremo de las herramientas vi un taladro hidráulico capaz de masacrar tus ideas: con muchos disfraces, con mensajes difíciles de decodificar, con los apuntes del secundario. Te dieron en el nido un cúmulo de indicaciones, decidiste planear alto y la realidad te cortó las alas con los años. Y con los daños qué hacemos? Dónde ponemos lo que nos pasa? Por qué hay tantas casas de estudio y nadie que te enseñe el idioma de lo que sentimos? Quién sería el traductor del alma? Te bajan línea, no te tiran una tangente, no habilitan un atajo y vos seguís caminando en círculo. Quedan a tu servicio los vicios, esos impostores de la verdad. La vida es un rasti que se juega con poca luz, se arma con una mano y siempre te esconden una pieza. C' est la vie... Te asustan con la muerte, te chantajean con la suerte, te mienten fuerte con la idea del éxito. Jugate conmigo, me juego por vos... Ja.

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Silencio por favor

Si te ponés a pensar o mismo a contar, pocas cosas, algo fácil, creo que te podés dar cuenta de un montón de cosas. Repasemos por un instante cuántas piernas tenemos, cuántas orejas, qué cantidad de ojos.  Nos han sido otorgadas de a pares, pequeñas sociedades. Pero la boca es solo una. Y te llevo a la siguiente instancia de razonamiento: un par de oídos sirven para escuchar; y sin silencio, se complica. El fin es aprender y aprehender, tomar lo que nos dicen. Y lo mismo ocurriría pensando en los miembros inferiores: para ganar experiencia, nada mejor que caminar. ¿O no es acaso lo que hacemos cuando viajamos? Meta zapatilla y guía con reseñas. Nos declaramos ignorantes pero con actitud de incorporar, abiertos a lo nuevo, gustosos de sumar conocimiento. Y llegamos a los ojos también que nos invitan a leer y conocer lo que muchos pensaron antes, sin necesidad que te lo digan. Silencio por favor. La ecuación es más que evidente: camine mucho, lea todo lo que pueda, sepa escuchar y si le parece oportuno abrir la boca, ojalá la mitad de las veces sea para probar comida. Haga silencio por favor, piense qué aporta lo que va a decir y, luego de tanta cavilación, ojalá diga algo interesante.

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Ajedrez Emocional

En ciertos momentos de nosotros la vida se complica; en muchos y muy ciertos a decir verdad. Y qué hacemos? Tratamos de salir, pero nunca sabemos bien cómo. La realidad es que si algo te agarró desprevenido o de sorpresa obviamente no estabas con la guardia alta. Ahora, si es algo reiterado y te sigue incomodando, bueno, ahí volvemos a esa linda piedra que tanto queremos los seres humanos y usamos para tropezar en miles de versiones. Dos veces? Ojalá. El tema es salir lo más rápido posible pero dejar atrás la cosa. No postergar, no esconder, no mentirse a uno mismo. Creo que en ese proceso de jugar al ajedrez emocional, miramos hacia afuera, volvemos para adentro, puteamos, gritamos, lloramos, nos quejamos, reflexionamos; o sea, muchas cosas con "amos" para confiar que allá vamos. Adónde? A la solución, a ganar la partida, a matar al rey, a jaquearle el corazón. Nadie sabe bien, muchos dicen saber mas no. Me parece que, como siempre, lo mejor es saber elegir la ropa: peón, jinete, alfil, custodio de la torre, reina, rey... Todos tienen su momento en el juego de vivir. 

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Propinas de cariño

Con los problemas ajenos todos son profesores de Harvard. A nadie le gusta hacer lo que no le gusta. No sabemos los daños colaterales de que somos capaces en el prójimo. Cómo duelen ciertos estribillos cuando se hacen carne. Los chistes son graciosos hasta que sos el protagonista. Los perros siempre nos van a seguir pero jamás nos darán las respuestas que necesitamos. A nadie le sirven las propinas de cariño. El dolor es el peor motor. Yo pensé que no iba a volver a escribir de desencuentros. Yo pensaba… Yo siento y quiero que sea la última. Perdón, porque te he fallado. 

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Intérpretes de vivir

Un día estás acá, un día estás allá. Vas y venís, buscás, sos una autopista ignorante con pretensiones de futuro mejor, sin peajes prejuiciosos. Una lluvia de opiniones dejó milímetros de charcos absurdos estancados al costado del camino: criadero de dengue que pica en la razón sin sentido. Vientos que traen dichos tan obcecados como huecos de materia gris. El que quiera ser feliz, mejor no escuche tanto a los demás. Hay recetas de los que se automedican y realmente creen que la saben. AY! Yo me quedo siempre cerca de los intérpretes de la vida que la entienden a su modo y no atienden llamadas de desconocidos con costumbres familiares de las cavernas. ¿Para qué? Seguimos la pista de un mecenas que nos financie los errores para que el efecto de la causa valga la pena en pos de los sueños que nunca abandonaremos; menos por lo que diga un tipo que trabaja 10 horas por día y se considera exitoso. El mejor premio es la superación. La mejor meta es la tranquilidad con nosotros. La zanahoria la elige cada uno. En mis locas elucubraciones, sepan que los Lobos muestran los dientes y con luna llena también completan la heladera para siempre poder invitar a los amigos. Y andan los socios de mis ideas dando vueltas por ahí… Podés encontrarlos domando un Tigre que va y viene en tren, con los mejores proyectos para infantes que se pueden filmar, editar y mostrarle al mundo para que aprenda lo que realmente vale la pena. Me llega un mensaje desde montañas francesas: dice que otro animal de caza nocturna construye su presente con una guitarra. Admirable. Vuelo a bordo de la nave Skype que pilotea un Lagarto seguro de sus convicciones. Sermones de gente que no conoce… y el ser que no quiere ser. Para los que andan buscando ser alguien, acá unas palabras de aliento. De buen aliento, de higiene mental, de salud en el alma. Gloria a todos los animales que saben interpretar la vida y la viven en consecuencia. 

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Los años cansados

Los años cansados postergan la estética y llaman a la comodidad. La ropa que espera la vuelta de la moda en los placards jamás dará la talla. El tiempo dicta festejos más cortos, protocolos menos prolijos, puntualidad más paciente... Nos entrenamos el doble para jugar la mitad y el cuerpo nos duele el triple, así son las ecuaciones con décadas a cuestas. A las fiestas llegamos tarde y nos vamos temprano. Las ideas garabateadas en agendas de años viejos son mucho más infrecuentes que los resfríos de los primeros fríos de otoño. Los años no sienten solos. Saliste del mar en enero y dos fines de semana después ya es Semana Santa, así vienen acompañados los años cansados.

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Sometimes

A veces no somos consecuentes con nuestras ideas,
a veces quedamos presos de la debilidad,
a veces la tristeza se pone terca,
a veces no la vemos venir,
a veces nos vamos lejos,
a veces pensamos poco,
a veces terminamos vacíos,
a veces jugamos mal,
a veces preferimos nunca,
a veces elegimos siempre,
a veces es culpa tuya,
a veces nos caemos,
a veces te levantan,
a veces llueve con sol,
a veces falta música,
a veces sobra ruido,
a veces nos volvemos locos,
a veces nos vamos de boca,
a veces toca descender,
a veces ganamos sobre la hora,
a veces quedamos en off side,
a veces la vida te hace foul,
a veces no te dan ventaja,
a veces te echan por último hombre,
a veces te discriminan por única mujer,
a veces...
Pero ojalá nunca nos cansemos de intentar torcer

lo que a veces nos pasa.

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Las fotos mienten

Las fotos mienten, los espejos no. El corazón siente, el cerebro no. El pasado a veces duele, el futuro no. Los pájaros cantan, el silencio menos. La vida es un regalo, la muerte el precio. No sé si soy yo, ella, mi ello, tu superyo o un superpancho que me cayó mal. La vida es lo que hay por un tiempo. La vida son dos días y uno llueve. La vida es como la hacemos nosotros. Lo que tenemos es pasajero, lo que dejamos no. Los despidos duelen, las renuncias no. Los reproches pesan, las disculpas no. La libertad cuesta, la dependencia no. La adultez pasa, la infancia no. Las poses acalambran, la autenticidad no. La muerte a veces incomoda, la vida también.  

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Beauty foul

La comparación con el prójimo arroja un diagnóstico inexacto, sesgado. Siempre nos miramos en el similar de al lado, pero qué sentido tiene. Mejor olfatear el futuro, saborear sus vaivenes, mirar lo bueno, escuchar consejos, palpar nuestras mejores armas. Una inundación de desconsuelo por lógica nos tira al suelo, nos achica. Queremos proyectar fortaleza y apostamos el esfuerzo a la acción menos indicada, en pos de callar el qué dirán. En definitiva, nos atamos demasiado a los otros sin motivo. No todo debe ser necesariamente lindo y cada vez más se tropieza con algo más beauty foul. Deberíamos dimensionar mucho mejor el valor de las acciones positivas en lugar de andar husmeando siempre en la basura propia y mismo de personas que ni siquiera conocemos ni conoceremos. Atención a las compañías, cuidado con ciertas invitaciones;  tendremos siempre muchas más oportunidades por ser buenas personas. Por más movilizaciones contagiosas de acciones nobles, salud! 

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Arco - Iris

Asisto a un seminario en fidelidad que dicta el mejor maestro, un perro. Creo que hay que rendirse ante los mejores.  Cuánto hace que no ves el Arco Iris? Cuándo pateaste por última vez y fue al arco? Qué recuerdos exaltan tu iris? Entre las muchas cosas que no se cambian están los colores. Cuando hablamos de sabores, me quedo con tu boca. La vida no es poca, es loca; uno nunca sabe cuándo le toca. Es preferible que toquen música, el morbo del sordo. Dibujar sueños y pensar objetivos que apuntamos en listas heroicas es escribir sobre gustos. Si apostar es administrar riesgo, juego mis sustos. Las cosas de todos los días las estamos haciendo sólo algunos meses. A veces es bueno renunciar. De las pequeñas cosas, elijo tus lunares. Silencio. Ideas. Y entonces... Qué estamos haciendo para lograr lo que queremos?

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Tomar distancia

Este puede ser el plan de cualquiera, es así de simple y complejo a la vez. Cachetada y agotamiento, de pronto te hacen reaccionar. Te invito a tomar distancia, te desafío a “atrasar” un par de siglos. Para llegar a este lugar es necesario ir más allá de semáforos, prejuicios, miedos y peajes. La ruta se empieza como a romper o mejorar (son puntos de vista) y el asfalto se hace ripio y la piedra cambia a tierra en cuestión de cuadras. Son metros y metros de naturaleza. El barro es una certeza, pero sirve para valorar el destino final. Aquí las visitas no están prohibidas, la gente es bien recibida. En las contradicciones del “progreso”, hay que saber en mucho por dónde se corta el mazo. Por mis pagos la china sólo saca productos de panadería o exalta los colores de la huerta. Los pergaminos con dibujos antiguos muestran algunos caminos para huirle a la prisión del ruido. Acá se acoge con gusto a la lluvia, es amiga. La comida es más rica, simplemente porque hay tiempo para saborearla. Sentarte a conversar con la tranquilidad, es cosa de todos los días, es un lujo que te podés dar. Pude ver acciones más nobles, alcancé a escuchar ruidos nuevos y mejoré la dieta del volumen, bajando kilos en decibeles. Mi casa está hecha de paneles, pero el revoque es una mezcla de amor propio y superación. Las tardes convidan chorizo de campo y queso, los perros te llevan a la puesta del sol, la noche siempre invita al fuego y la música es especialidad de los pájaros. Alguien ordenó bien las cosas desde el vamos. Acá nos quedamos, a esto vinimos. Te escribo esta participación de resignación para recordarte que todavía se puede tomar distancia.