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escapar

Garpa el arpa, calma el alma.
El moro va al oro, postra a la ostra.
Hugo pide jugo… no. Coca pide la oca… NO!
La crema rema, bueno.
Opresión o presión, tampoco.
Vira la ira, la peste al este.
Se van bellas, ellas.
Sacude y acude el viento,
mueve la barca y el arca.
Herrando y errando, se aflojan los tornillos.
Por los caños tus años, adiós a Dios.
Te fuiste… huiste. No lo ves. 
Otra vez, tu peor hez.

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USH

Anduvimos tras la huella del castor y nunca lo alcanzamos; pasamos por varios de sus domicilios y ni siquiera. Hasta quedamos con el pendiente de bajar por la pendiente nevada que lo homenajea. Nuestro campamento fue en el Arakur sobre el cerro Alarkén, un lugar modesto. Bueno, no; si debo ser honesto, apunto en mi diario de motocicleta que se trata de un hotel majestuoso, con detalles impensados,... o todo lo contrario.

Con el tema de la luz y el horario se te puede complicar si vas en la antesala del invierno, pero se sobrelleva. En la ladera se eleva Arakur, nombre de guerrero, casi custodiando a la magnífica Ushuaia; o mirándola con desdén, no sé bien. El contacto con lo natural se hace inevitable: el paisaje camina, se patina y tropieza. Lo admirable se vuelve palpable y las vistas te atrapan, resultan hipnóticas. Se rinden la mente y el cuerpo, todo es inabarcable, te desborda. Mas no te cansa, no pesa. El frío te mantiene alerta para no perder de vista ninguna señal. El ruido es un puñal, el silencio un manantial: brota. El que se alborota no gana, me tenés que creer.

Estuve en el fin del mundo y es extraordinario. Bienvenido el apocalipsis. Sin mucho más arte que un mapa y un guía devoto del funk, se llega a cualquier escenario. Ninguno defrauda. De paso por la Laguna Esmeralda nos desafió el hielo, un oponente de cuidado. Respeto. Se debe medir cada paso, no descuidar pisada alguna, una decisión tras otra, pero que tampoco pesan, sino que alivianan la mente, la pueblan de cosas puras y permiten un escape. Incluso una caída se disfruta cuando el aterrizaje fue previsto. En última instancia que sea una figura para volver a ponerse de pie, para estar más atento, para reforzar la concentración y forjar una mejor estrategia hacia el objetivo.

El viaje de cada uno es el de todos. Puede que hayas llegado con una mochila llena de agotamiento pero en el bosque retumba el consejo de un viejo que acaricia su barba: el camino de la introspección es por allá y el revisionismo de ideas su vecino. La mejor excursión es la del senderismo conceptual. Habría unas charlas en septiembre. Hay agua estática y otra que fluye. Uno pisa turba y continúa. Se presentan atajos, desvíos, señuelos, letreros. Los "males" son en realidad presunciones, miedos o diagnósticos equivocados. Tal vez una decisión errada no es más que falta de información.

La meta es muy personal, el trato plural. El sistema se presentó como tal: acuerdos, opinión, queja, reconocimiento, colaboración... un contrato espiritual. Confianza y roles. El regreso de toda expedición deja algo más de sabiduría. También el desgaste del cuerpo, el reto y el premio como fórmula virtuosa. La comida corona siempre el tesón de la expedición. Un brindis da lugar a los cuentos de una historia, que todos fuimos a buscar. Pisamos el barro del fin del mundo y plantamos un inicio.


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publicación olé

Dejo aquí un texto que apareció en el suplemento Olé Amateur, del diario deportivo argentino.

El Capitán Amateur, libro a estrenar para fin de año



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Bagual

Va Bagual igual. O no tanto. Tiempos de encuentros espaciados y 2x1 de ausencias. El partido del fin de semana ya no tiene tiempos de 45´, no sabe de sobremesas hasta el día siguiente, no conoce el nombre del rival de enfrente, ni cuenta con tantos suplentes para prender el fuego. El juego de crecer y madurar es, cuanto menos, peculiar. Pero qué lindo es ya ver moviéndose en el banco a la segunda generación pidiendo cancha, pateando a un costado. El reloj mira siempre para otro lado, no se puede hacer todo. Ahora, te juro, si sumamos codo a codo, peleamos el campeonato y, de pronto, le encontramos la vuelta a vivir. Y para que sea olímpica, después vemos. Llegan noticias de diarios íntimos, de otras, de cosas que son de otra edad; sólo pido piedad para opinar. Cuando te ponés analítico a la hora de ventilar tu generosidad algo funcional mal. ¡Siga, siga! Va Bagual igual… Si la propina no llega al 10, si te quedaste con uno menos, mejor vamos a pedir licencia. No hay mucha ciencia en la forma de volver al ruedo; al que sea. Te alejás un rato de la titularidad, de las primeras planas y buscás un socio, o dos, para hacer una pretemporada fuerte con tu físico, tu alma y tu analista, que no tiene que ser matriculado. Con el campo al costado, estando del lado de afuera, quizás la línea de cal te recuerda los límites y el valor de ser parte, de jugar en equipo, de pertenecer. En virtud del ser, tenemos que cuidarnos más. Sabemos que cuesta un Perú, pero vale la pena. Así que vamos, que siempre se puede… y en el Bagual que te toque, la mesa de amigos está igual. 


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¿Llueve?

Llueve sobre mojado, ok. Le sigue lloviendo al corazón, bueno. ¿Dónde va la gente cuando llueve? Están lloviendo estrellas, mirá vos. Llovía, como la penúltima vez. Básicamente, esta lluvia de mierda no quiere parar. I´m singing in the rain… qué bueno! No culpes a la lluvia, no es responsable. La lluvia no es exclusiva de noviembre, aunque esa es muy buena. Lluvia cae lentamente sobre mí, me indigno. La otra noche te esperé bajo la lluvia dos horas, mil horas, como un perro. Ojalá que llueva café en el campo, porque muchas cosechas se arruinaron. Ojalá que llueva, que crezca el cucumelo… nadie estaría deseando esto. Viento, dile a la lluvia, que quiero volar. Mientras tanto, en tus ojos no ha parado de llover. ¿Have you ever seen the rain? Caramba, vaya que sí. ¡It´s raining men! ¿Aleluya? En fin… La vieja está en la cueva, que llueva. No, mejor no. Iban a llover inversiones, keep waiting. Yo vi a… no te digo.


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Hay momentos

Si te desarman el cuore es muy probable que, en la reconstrucción, salga una versión mejorada. Hay un momento en la vida (bueno, no, son varios) que hacemos lo que podemos. Cuando llegas a la esquina en que se cruzan tus deseos y la realidad es prudente mirar bien antes de cruzar. Puede pasarte que la ciudad aún esté dormida (por eso mejor circular de mañana o madrugada) y entonces encuentres lugar para estacionar tus sueños cerca de tu casa, que tuya o alquilada da igual. O, quizás, en la hora pico te toca bocina una mina, o un chico te roza con la bici, pero resulta que es buen mozo y no te enojás. Son momentos, no? Puede que en ese mismo corner, también, creas que estás asomando la cabeza, que llega un centro medido de gol y en realidad te venía midiendo el central contrario que te duerme de un codazo; digamos tu jefe que no te da el bono para las vacaciones. Hay otro momento en la vida (miento, son algunos) que hacemos lo que queremos. En esos, somos más felices. En esos yo como asados, juego a la pelota, contemplo algún tipo de arte, o a una tipa que parece obra de arte o, cuándo no, escribo pavadas como esta. ¿Y vos qué hacés con tus momentos?


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Cosas Menores

Comer sin compañía un día, que se enfríe la yerba, cuando al libro le falta una página, que la persona que esperabas nunca llegue, si sacaron la película de cartelera,  el técnico no puso al que te gusta, se te manchó la camisa que querías ponerte, el colectivo siguió de largo, se largó a llover y no tenías paraguas, hubo que trabajar después de hora, en la estación de servicio siempre hay mil autos para cargar, que la radio pierda sintonía, o si tu humor pierde la brújula, la conexión es lenta, no te sale un estribillo, ayer no saliste a correr, te encerraron cuando manejabas, el cajero no tenía plata, tenés pendiente ordenar el placard, se te traba el teléfono, no funcionaba el ascensor, tiraste una taza, se te cortó el cordón de las zapatillas, llegaste tarde al banco y te cerró, quemaste la comida, perdiste una credencial y así… pero no vale la pena pelearse con nadie por nada de esto si lo pensás un minuto, o dos. 


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Los Sensibles

Los sensibles son esos seres capaces de transmitir sensaciones, proyectarlas, volverlas eternas. Porque para volver a vivir un momento, digamos también resucitarlo (aún cuando no estuviera moribundo), qué mejor que una foto! Los artistas, a todo nivel, son sensibles por naturaleza. Los sensibles se emocionan o generan ese efecto en nosotros. Mientras otros prefieren no abrirle la compuerta a sus lágrimas por la filosofía que sea, que eligen no sé por qué: bienvenidos los sensibles! Ahí tenemos el cine, para salir a comernos nuestra realidad, luego de conocer una historia ajena bien contada, que es muy lejana pero la sentimos vecina de nuestro presente. Sin las canciones no podríamos vivir, eso lo sabemos todos; creo. El firme grito de un actor sobre las tablas que te levanta de la butaca, te despabila, te hace caer en una idea, pero para que te levantes con ese tema postergado en la agenda de tu alma. La arquitectura nos regala los mejores paseos, las miradas más asombradas; los paisajistas nos propusieron los mejores paseos y queda en nosotros caminar lo que ellos imaginaron. Los sensibles, en definitiva, perciben el alma de las cosas inanimadas como ser la lluvia, un árbol, el descanso de una escalera, el ruido de una fogata y así. Tengamos alerta los sentidos a la sensibilidad, pues nos dará satisfacciones. 


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Derecho

No hay derecho, sin algo torcido. No hay derecho sin zurdo. No hay derecho sin abogados. No hay derecho a no poder tomarse un café con la felicidad de vez en cuando, o alguna vez. La mayoría somos humanos derechos pero sólo la minoría descansa en los derechos humanos. Sucede que las cosas al revés le están ganando a las cuestiones al derecho en su sede y en la propia. Quizás algunos se hacen arrestar para que les lean sus derechos. De hecho, el techo de lo justo debiera ser corredizo como en algunos autos. No tiene mucho sentido estar prófugos de nuestros problemas, no deberíamos desperdiciar los sentidos en escapar. Creo que nadie es abogado del diablo porque el diablo es abogado. Estudiar derecho es una opción, vivir una obligación.


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esa persona

La vida es muy complicada como para caminarla solos, tanto como guapa para no compartirla. Es muy posible que los vértices del mítico Triángulo de las Bermudas sean: libertad, soledad y felicidad. Bueno, al menos es una hipótesis más que aquí les convido. Quizás sea tan ilusoria la vida en soledad como la compañía eterna, al tiempo que levanto una bebida para saludar las excepciones. Pero, ciertamente, creo que hasta agota la idea de pensar en hacer el camino sin esa persona para compartir. Risas y tristezas, haciendo un resumen que casi todo lo abarca, por simple que parezca. ¿Se puede ser un eterno solitario? Difícil. ¿Se puede no serlo? Difícil también. En definitiva, me animo a pensar que el lugar de mayor seguridad para quedarse a vivir sea el abrazo de esa persona. La vida tiene tanta luz como oscuridad, dependiendo un poco de cuál sea tu bandera, pero lo pienso en el sentido más amplio de las alegrías y penas. ¿No es acaso válido creer que al lado de esa persona se potencian los festejos y suavizan los llantos? Me inclino a pensar que sí, de hecho me tiro al piso de cabeza por esta idea. A veces nos decepcionamos por no encontrar, otras por lo hallado, otras cuando la vida se rompe, o cuando estamos llenos de veneno… y otras veces todo lo contrario. Estemos atentos entonces para que no nos camine la vida y todos encontremos a esa persona.