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Amnesia necia


La verdad es que te mentí. Estaba soñando y me dormí. Y después pensé en lo de antes, porque parecía experto en cosas de principiante. Puse blanco sobre negro y no supe trepar bien esa escalada de grises. Con mucho generé poco. Naturalmente, quedé preso de un zumbido artificial, de pensamientos que razonaban mal. Y bien, nos perdimos en el laberinto de los espejos que reflejan las excusas distorsionadas. Entendí que ganamos un vuelo a la tierra del Nunca Jamás, pero era sin equipaje…
  y falso. Nos quedamos charlando con conversaciones vacías y buscando llenar el tanque con ganas. Pero eran enanas. También las ambiciones, cuanto el futuro. Tratamos de meditar, pero no había silencio y acordamos un trato: recordar lo sano para curar lo enfermo. Ay qué amnesia necia… Finalmente, dimos con una lista vieja de objetivos nuevos, que incumplimos y tachamos, junto al mapa de lo que deseábamos para el año nuevo, que se desdibujó por inconstante y despistado. Firmamos al pie, sellamos con compromiso y brindamos con un adiós, para explorar la soledad y saber qué necesitábamos más, de cara al mañana, pero de espaldas a los demás.