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Vacances

Los calendarios se toman vacaciones cuando las personas viajan y pierden noción de los días. Eso pasa poco, cuesta mucho y apenas alcanza. La ausencia del presente y la postergación del pasado suceden más de lo posible. La falta de sueño y la carencia de sueños generan cansancio doble y desesperación triple. Los ciclos nunca terminan pero tampoco son eternos, nadie lo explica bien; creo que se anticipan al fin primero. Queremos alejarnos de la realidad pero enseguida extrañamos ciertos pedazos, los más inciertos. Casi tan contradictorio como que el vino en caja es para los que no encajan. El granizado dejó de ser un gusto helado y te congela los nervios por el auto. La semana no se va del todo aún cuando el fin de semana haya sido brutal. Poco se habla de los trapitos al sol, uno los ve de noche. La gente se muere por conseguir trabajo, por no tener trabajo o por trabajar mucho. En el trabajo de vivir, todos merecemos vacaciones.

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Hoja de ruta

Los aviones son un lugar especial y las nubes la incertidumbre. Ver el lado que nunca se ve es la suerte de algunos valientes. Mientras los otros aprietan los dientes, el resto vuela con placer. Los amaneceres llegan más tarde y, en el aire, los ocasos se despiden más temprano. La vida tiene otra atmósfera. Las cenizas nos devuelven el llano de las rutas, los peajes, los paradores, las largas convivencias. En las coincidencias del tiempo, el viaje posterga lo cotidiano y lo que siempre está a la mano, hoy parece ser un pie... o una patada. Rueda la pelota y giran las ruedas; la gira parece interminable y la copa es el final del camino. El horizonte ya no sabe de fronteras y los horarios se marearon con las defensas bajas. El ataque de la comunicación pierde contra el silencio de la noche y el gol nunca llega. Conversamos con la vida de todos los días por teléfono y le mandamos fotos del presente ausente; a fin de cuentas, nos extrañamos mutuamente. Los mojones perdieron la cuenta de tantos kilómetros, mientras seguimos invictos de lluvia. Pienso que nadie se comporta como realmente es en lo privado; es la otra parte de viajar. Por un rato, me parece, vamos y venimos en el mapa de nosotros mismos. Pero igual, en el momento preciso que se nos pierde la mirada y la memoria le hace foul a la razón, la jugada más esperada es la vuelta a casa.