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El juego de la vida

En días de compartir menos mesas, descansan las sillas de los invitados. El solitario corre la suerte del tatuaje y en el viaje son cada vez más. La ecuación se invirtió y ahora somos menos los que mantenemos el invicto en la piel. Pero nadie se salva del buraco en el alma, por supuesto. En esta carrera demente, de nunca frenar, sumaste mil millas con la tarjeta pero ninguna experiencia para contar una buena historia. Problemas con damas, sí, claro. Pero al final siempre se sabe quién es quién: el rey sin batallas ganadas, la que no tiene para ser reina pero se encapricha como tal, el peón que llegó al final del tablero; todos tenemos algunos turnos y roles por jugar. Hoy nada es tabú y los temas de la agenda pueden ser fruto de una operación; es el ajedrez del poder, los medios y el fin de los que no tienen más vidas. Tu jefe no juega bien al memotest y asocia mal tu nombre con tu cara, es lo de menos. Alguna vez cumplimos los objetivos en el TEG laboral, nos dan un bono y cambiamos el teléfono para chatear con alguien; te divierte el Pictionary con los dibujitos para mandar mensajes, sos tan ocurrente. Pero sucede que también somos recurrentes. Y bueno… nunca nos preocupamos por leer el reglamento entero a decir verdad. En todo caso, es bueno saber que en algún momento siempre nos van a hundir la flota, es así. Tan real como que el estanciero quiere irse a la ciudad, cansado del pueblo, y los barrios ya son tierra de nadie, con todos adentro. Seguiremos mezclando los tantos en el tutti frutti de vivir, sabiendo que las letras son del Scrabble pero también de las canciones, para avanzar casilleros con música. Y aunque no me crean, algunos lograron amigarse con el querido lunes. En definitiva, somos la obra que pudimos en la gran subasta del destino. Pero como nadie tiene el monopolio del futuro, podemos tirar los dados una vez más. 


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La noche triste

Tristeza y alegría son como los semáforos: nunca están bien sincronizadas. La tristeza adelgaza. El dolor no pasa, sentís que el futuro te estafa. Los miedos te justifican, el fin te asfixia. Te quedas en casa. La bronca se amasa, todos los caminos conducen al piso. Roma es amor al revés. Se rompe una taza y el estrés amenaza. El destino es un bufón, la vida te debe un montón. Todo pasa por tu cabeza, nada sale de tu boca. La realidad dio un giro con tu corazón en descubierto. Tener o no tener, a veces es la cuestión. No tenemos el mejor perro, pero lo cuidamos como tal. No es la familia más coherente y se quieren al máximo igual. Tu novia no es la más linda, sólo es la mejor para vos. Es el sentido de pertenencia el salto de compatibilidad y esa idealización de la perfección con el talle que mejor nos queda. La noche triste no es cuestión de moneda. La música de antes es muy de noche triste. Son madrugadas que llegan de repente y te agarran con la guardia baja. La noche, si triste, dos veces mala. En la noche triste no tiene gracia ese chiste. A veces pasa la culpa a saludar. En la noche triste siempre pesa algo que hiciste. Algunas, el orgullo toma mucho y a los significados se les alteran los sentidos. En la noche triste ves algo que antes no viste. Es de emociones sin direcciones, se queda en casa la noche triste. Y hoy la noche triste es un quiste maligno. Y esta noche de hoy, vomita su conclusión triste: la gente que más rescato naufraga.