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Mi Buenos Aires herido

Si pobreza y pereza se sientan en la misma mesa no sé, pero tengo sospechas de cierta sociedad implícita. No sé tampoco mucho de música pero se me hace que el tango es el blues del Río de la Plata, también sin plata. Me preocupa la inflación del tráfico vehicular y que la vida se nos vaya viajando a lugares que no nos gustan. En la canasta básica sobra espacio para un picnic pero no hay tiempo ni sitios de esparcimiento. ¿Qué precio le podemos poner a una siesta? Entre tanta protesta que ni sé cuánto cuesta, cortes de ruta, desvíos de ideas, piquetes sin ojos y humores en números rojos, me pierdo. Rumores para todos, temporal de excusas. Si me vuelo lejos quizás no me quejo. Con tantos amigos por el mundo y mundos para hacer amigos, cada vez más desconfío de la vida acá. Sentimos, “vivimos”, no disfrutamos.

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Las Circunstancias

Que alguien me mate (esta incertidumbre sin techo). No lo puedo ver, está muy alto. Es raro: son muchas goteras (de sangre) y demasiado herrumbre por todo el pecho. Quiero frenar el derrumbe y no acumular más escombros. El cielo está muy raso y ahora que miro fijo me doy cuenta de muchas cosas. Porque si no las ves te perdés...

Hoy ya no te respiro; a veces, cuando me queda fuerza, te dedico un suspiro. No hay nada que pedalee tan rápido como un cerebro socio de un corazón enamorado. ¿Me estaré enfermando? Tengo el pecho tomado, pero no tengo tos... ni a vos.

Creo que fui muy fino, pero ya no estoy tan flaco de inocencia. En esencia, te saqué el papel porque, al tiempo que parecés un caramelo, pienso que puedo interpretarlo mejor, igual que lo tuyo, nunca mío.

Deben ser las circunstancias que te cambian...