Mi Buenos Aires herido

Si pobreza y pereza se sientan en la misma mesa no sé, pero tengo sospechas de cierta sociedad implícita. No sé tampoco mucho de música pero se me hace que el tango es el blues del Río de la Plata, también sin plata. Me preocupa la inflación del tráfico vehicular y que la vida se nos vaya viajando a lugares que no nos gustan. En la canasta básica sobra espacio para un picnic pero no hay tiempo ni sitios de esparcimiento. ¿Qué precio le podemos poner a una siesta? Entre tanta protesta que ni sé cuánto cuesta, cortes de ruta, desvíos de ideas, piquetes sin ojos y humores en números rojos, me pierdo. Rumores para todos, temporal de excusas. Si me vuelo lejos quizás no me quejo. Con tantos amigos por el mundo y mundos para hacer amigos, cada vez más desconfío de la vida acá. Sentimos, “vivimos”, no disfrutamos.