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Pasados asustados

El pasado no puede contaminar eternamente el presente, mina el futuro. La falsa seguridad asusta al indefenso. El temor es un mal duro de vencer, peligroso de abordar. Escaparse y postergar son calles sin salida, caminos circulares. Esos recorridos ya vividos, aburren en la repetición y desesperan. En la senda de la inseguridad, la autocomplacencia no hace más que agravar el dolor y profundizar la derrota. La Escondida, qué juego fatal. Aparentar no debería ser un refugio. Nunca hay que jugar sucio. En este sentido la honestidad es un jabón. El miedo es un poder dominante. La sed de control conduce al hambre de objetivos. “Sentirse inferior, saberse mejor”, vaya fórmula! La quietud me domina, es entonces que me estanco. Uno casi siempre busca lo que se le parece, es como un egoísmo proyectado; narcisismo, no importa. Asumo que la tristeza inspira en tanto es un desafío para la felicidad. Olfatear las metas cumplidas acerca satisfacción. De tanto perder un día me hice experto al momento de defenderme y de mucho empatar un día empecé a ganar. Creo que la felicidad es progresiva y a partir de la adultez uno es responsable en mayor medida. La genialidad nace con pocos, pero siempre se la puede probar de a sorbos. Las apariencias engañan y los engaños son apariencias. A veces simular puede funcionar, pero nunca para escapar porque debilita. La receta es interior, la propuesta espiritual. El gobierno de uno mismo es tarea para el hogar, la piedra fundamental.

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Cabeza de mujer

Siento impotencia habitualmente cuando dialogo con una cabeza de mujer. Pido una lima para moldear un trato que no tengo. Asumo mi responsabilidad al tiempo que guardo información y pocas veces pido perdón; no me sale rápido, pido disculpas. Presumo que armaré una colección de muchos ejemplares titulada “Fe de erratas”, o cuándo no “Tratado de los errores groseros”. Creo que una equivocación es la viva imagen de una persona desnuda que no hace más que quedar en evidencia, porque no buscó el material del conocimiento o, menos culposo, por falta de medios. En las extrañas sinapsis femeninas, laberínticas y sin salida en muchas conversaciones, me pierdo con frecuencia. Sé que existe un patrón, quiero creer que hay un mapa, un calzador, un bisturí para operar mejor en conjunto. No soporto los llantos, me duelen en el corazón, mas me retumban en la razón. Asisto, me agacho, colaboro, pero dudo que sea la solución. No adhiero al tubo de ensayo lleno de lágrimas. Tengo ciertas reservas para ese método de siempre ir. Me parece que no sé cómo es que se hace, infiero que me seguiré perdiendo en este camino. Al menos ya sé algo. Insisto en que no es la salida el pañuelo con un vaso de resignación, voy a atacar el problema de raíz, voy a dejar todo para toparme con nuestra perdiz.

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Ñoquis

La pasta pública. Los 29 de cada mes celebramos el feriado estatal; el período de un país que sangra. Sí, la imagen genera rechazo, asco. Todo está tan bien que parecería tenemos un estado de gracia, poco gracioso, casi desgraciado. Festín de bizcochos con Saturnino, tierra sobre las computadoras, termos de escritorio, ratas de archivo y las cosas no paran de dilatarse. La preocupación del día es conseguir agua caliente mientras arde una nación, casi hirvió. Todo está en proceso pero nada sale a la luz. Cajones de oscuridad, telarañas para la verdad. Miedos de inseguridad, los expedientes parecen rengos, con el perdón de los mismos. Bicicletear, deporte nacional. Postre preferido, panqueques. Mi Dios, el aparato no está oxidado, pasa que nunca se usó! Trampas por todo el lugar, todos salen ilesos. El tumor de los excesos come que come y la pasta termina por engordar. La cosa pública sabe mucho de reses mas poco conoce del hambre federal. Cada vez me cuesta más pedir un plato de ñoquis y no es por la inflación.

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Montevideo


La Montevideana, helados de la niñez. La montevideana, costa de río adolescente. La capital charrúa viste de celeste al mar dulce de Solís, el cielo y los corazones. Banderines de feria, artesanos del humor, orfebres de las buenas costumbres, doctores del mate… la gente pasa bien, las personas viven mejor. El boulevard viste casas bajas y los bares altas canciones; bajo por la calle del campeón del mundo. Hoteles de días adentro, calles de noches afuera. Fútbol en los buses, fútbol en los televisores, fútbol en la terminal, la playa y la cabeza. Amigos de barba roja, cabalgatas en pony, taxis blindados, hígados rotos, relojes desvariados y el camino de pocitos lleno de paz, libre de sobresaltos. ¡Qué lindo lugar Che! Sigue el viaje… Patricias acá, allá y también en la punta de luz y Fer. Las rutas del sol aleccionan parajes con la mejor tranquilidad, de los locales de la paz, del celeste profundo. Viaja la ruta, voló la Paloma, desvanecieron los Castillos, nadamos las Aguas Verdes y el colectivo leyó las mejores revistas para llegar al destino descansado.

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Mi Yoko

Me enseñaste que no todo lo que sobra es desecho para tirar y yo, como cualquiera, puedo haberlo aprendido, o no… Y con vos asimilé que lo que sí es basura, mejor compactarlo. También que, de esta manera, se distribuyen mejor las cantidades y que existe guardar para mañana. No sé si eso lo capté tan bien.
Me explicaste que ahorrar es acumular fortuna futura, pero no me entra para nada esa idea. Yo sé que todo no es el despilfarro, aún cuando no lo aplique, por eso vos sos un faro a la hora de aportarle luz a las cosas.
Yo comprendo algunos temas muy de a poco, o no los tomo. Yo con vos camino derecho y tranquilo; si me corro es sólo para buscar mejor arena, o no? Vos me hiciste ver que sacar la basura del alma la hace más feliz, nos hace más felices. Ahora sé que todo puede decirse en cierto momento y que es mejor oportuno, o no… se charla igual.
Yo conozco más un montón de cuestiones desde el momento que te conocí. Contigo aprendí. Yo colecciono disgustos y creo que a veces es más útil así, o no. Me decís que la mejor receta es abrazarse a las cosas que uno quiere; yo comparto, pero me cuesta. Yo convivo con el error, pero también con vos para poder rescatarme. Yo condecoro tus esfuerzos a mi manera.
Yo con vos y vos conmigo, podemos ser más sabios. Yo comulgo, o no, pero nunca pierdo la fe. Yo complico las ideas, pero siempre guardo un par, o no. Yo con Inés seguiré aprendiendo a vivir. Yo consigo su sonrisa o no vivo. Yo con mis defectos… y mi Yoko, Inu.

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En la librería ABC de Punta del Diablo usted también puede conseguir "Silencios de tinta" pagando 100 pesos uruguayos el ejemplar. Casi un amor de verano... 2011 seguirá acercando este tipo de rarezas al blog, a los fines de llevar los silencios a todos los rincones que se pueda llegar en este bonito planeta.

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Los desafinados

Entre las nuevas modas y tendencias musicales habemus al mal llamado “sintrabajo”, un instrumento político sucio. Una suerte de percusión que golpea puertas sordas, amén del mensaje del que no me fío. Interpreto que el plan de esta banda es seguir siendo el sonido trunco del esfuerzo con algún pillo a la batuta. En un país que desafina tan seguido, el desatino de los mecenas del interés es alentar este tipo de mugrientas murgas de estandartes obsoletos y proclamas de cartón pintado. Así empieza el baile de de un año más, a puro choripan, con las notas que desafinan la memoria y desafían al futuro con muy poca armonía.