Pasados asustados

El pasado no puede contaminar eternamente el presente, mina el futuro. La falsa seguridad asusta al indefenso. El temor es un mal duro de vencer, peligroso de abordar. Escaparse y postergar son calles sin salida, caminos circulares. Esos recorridos ya vividos, aburren en la repetición y desesperan. En la senda de la inseguridad, la autocomplacencia no hace más que agravar el dolor y profundizar la derrota. La Escondida, qué juego fatal. Aparentar no debería ser un refugio. Nunca hay que jugar sucio. En este sentido la honestidad es un jabón. El miedo es un poder dominante. La sed de control conduce al hambre de objetivos. “Sentirse inferior, saberse mejor”, vaya fórmula! La quietud me domina, es entonces que me estanco. Uno casi siempre busca lo que se le parece, es como un egoísmo proyectado; narcisismo, no importa. Asumo que la tristeza inspira en tanto es un desafío para la felicidad. Olfatear las metas cumplidas acerca satisfacción. De tanto perder un día me hice experto al momento de defenderme y de mucho empatar un día empecé a ganar. Creo que la felicidad es progresiva y a partir de la adultez uno es responsable en mayor medida. La genialidad nace con pocos, pero siempre se la puede probar de a sorbos. Las apariencias engañan y los engaños son apariencias. A veces simular puede funcionar, pero nunca para escapar porque debilita. La receta es interior, la propuesta espiritual. El gobierno de uno mismo es tarea para el hogar, la piedra fundamental.

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