Ñoquis

La pasta pública. Los 29 de cada mes celebramos el feriado estatal; el período de un país que sangra. Sí, la imagen genera rechazo, asco. Todo está tan bien que parecería tenemos un estado de gracia, poco gracioso, casi desgraciado. Festín de bizcochos con Saturnino, tierra sobre las computadoras, termos de escritorio, ratas de archivo y las cosas no paran de dilatarse. La preocupación del día es conseguir agua caliente mientras arde una nación, casi hirvió. Todo está en proceso pero nada sale a la luz. Cajones de oscuridad, telarañas para la verdad. Miedos de inseguridad, los expedientes parecen rengos, con el perdón de los mismos. Bicicletear, deporte nacional. Postre preferido, panqueques. Mi Dios, el aparato no está oxidado, pasa que nunca se usó! Trampas por todo el lugar, todos salen ilesos. El tumor de los excesos come que come y la pasta termina por engordar. La cosa pública sabe mucho de reses mas poco conoce del hambre federal. Cada vez me cuesta más pedir un plato de ñoquis y no es por la inflación.

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