Empiezo
a sospechar que los escaladores de alta montaña tienen un objetivo más elevado
que la misma distancia vertical. Creo que además del reto físico, le imprimen a
su desafío una carga espiritual. Pienso también que no sólo procuran atesorar
una foto mental de una vista incomparable, o mismo extender sus diarios de
viaje con nuevas páginas de conquistas y proezas; sé que hay algo más. Estoy
convencido, a estas alturas, que los monjes, Mahoma o el mismísimo Jesucristo,
se retiraban, no en vano, a la caza del silencio: una ausencia total de ruido
que les permitiera, entonces, escuchar sus pensamientos, mirar su interior,
descifrarse a ellos mismos, soltar pasados, acomodar futuros… Para devolverle
la mirada al alma, no creo ser el único en la búsqueda del silencio perfecto.
Cuestas arriba los oídos se nos van tapando por ayuda de la naturaleza y no es
otra cosa que un guiño de caridad en pos de ese silencio absoluto, majestuoso;
atravesado, quizás, por el zumbido de un insecto, el aleteo de un pájaro, el
agua de un río que corre a su destino, la lluvia, un trueno. En definitiva, la
prepotencia de la tierra, la paz de sus mensajes y el invaluable tesoro del
silencio. Los invito a revisar el mapa de sus posibilidades y animarse a ir
tras eso que están buscando.
Ju de los Andes
Publicado por Fernando (Cuqui) Espinosa en 21:47
Mamá
Dedicación planetaria. Si ella se activa, se mueven el cielo y la tierra.
Tuvo una buena maestra que al día de hoy le muestra, todavía,
lo mismo que hace mi tía. Las manchas son de mentira y su tiempo
siempre se estira; de noche finge dormir. Compensa su sueño mientras
yo cumplo alguno. Sea uno o el otro, a ninguno lo admite roto.
Mirada estelar, vértigo maternal. Llevás la bandera del sol y encendés
el fuego familiar en el mar. Si no va a estar, “llevate un abrigo”,
y si no da escapar, “invitá a un amigo”. Cuidados desmedidos, castigos prohibidos.
La mejor anfitriona de una protección existencial, lleva y trae
la maternidad mundial. Siempre lo intenta (la placenta todavía calienta).
No hay menta en la repisa y tengo que poner la foto. Ahora noto que tuve suerte
y soy “fuerte” porque alguien hizo de comer.
Quiso correr la maratón de un cansancio que no descansa (que me descansa).
Que no logro entender… porque no me da la cabeza, menos el cuerpo.
Nunca la podrás seguir, siempre te puede acompañar.
Siempre quiere sonreír, a veces la hago enojar.
La mejor descripción no alcanza y, porque yo ya estuve en su panza, sólo me resta agradecerle que me haya hecho nacer.
Publicado por Fernando (Cuqui) Espinosa en 0:59
El juego de la vida
En días de compartir menos mesas, descansan las sillas
de los invitados. El solitario corre la suerte del tatuaje y en el viaje son
cada vez más. La ecuación se invirtió y ahora somos menos los que mantenemos el
invicto en la piel. Pero nadie se salva del buraco en el alma, por supuesto. En
esta carrera demente, de nunca frenar, sumaste mil millas con la tarjeta pero
ninguna experiencia para contar una buena historia. Problemas con damas, sí,
claro. Pero al final siempre se sabe quién es quién: el rey sin batallas
ganadas, la que no tiene para ser reina pero se encapricha como tal, el peón
que llegó al final del tablero; todos tenemos algunos turnos y roles por jugar.
Hoy nada es tabú y los temas de la agenda pueden ser fruto de una operación; es
el ajedrez del poder, los medios y el fin de los que no tienen más vidas. Tu
jefe no juega bien al memotest y asocia mal tu nombre con tu cara, es lo de
menos. Alguna vez cumplimos los objetivos en el TEG laboral, nos dan un bono y
cambiamos el teléfono para chatear con alguien; te divierte el Pictionary con
los dibujitos para mandar mensajes, sos tan ocurrente. Pero sucede que también
somos recurrentes. Y bueno… nunca nos preocupamos por leer el reglamento entero
a decir verdad. En todo caso, es bueno saber que en algún momento siempre nos
van a hundir la flota, es así. Tan real como que el estanciero quiere irse a la
ciudad, cansado del pueblo, y los barrios ya son tierra de nadie, con todos
adentro. Seguiremos mezclando los tantos en el tutti frutti de vivir, sabiendo
que las letras son del Scrabble pero también de las canciones, para avanzar
casilleros con música. Y aunque no me crean, algunos lograron amigarse con el
querido lunes. En definitiva, somos la obra que pudimos en la gran subasta del
destino. Pero como nadie tiene el monopolio del futuro, podemos tirar los dados
una vez más.
Publicado por Fernando (Cuqui) Espinosa en 23:55
La noche triste
Publicado por Fernando (Cuqui) Espinosa en 1:25