Los aviones son un lugar especial y las nubes la incertidumbre. Ver el lado que nunca se ve es la suerte de algunos valientes. Mientras los otros aprietan los dientes, el resto vuela con placer. Los amaneceres llegan más tarde y, en el aire, los ocasos se despiden más temprano. La vida tiene otra atmósfera. Las cenizas nos devuelven el llano de las rutas, los peajes, los paradores, las largas convivencias. En las coincidencias del tiempo, el viaje posterga lo cotidiano y lo que siempre está a la mano, hoy parece ser un pie... o una patada. Rueda la pelota y giran las ruedas; la gira parece interminable y la copa es el final del camino. El horizonte ya no sabe de fronteras y los horarios se marearon con las defensas bajas. El ataque de la comunicación pierde contra el silencio de la noche y el gol nunca llega. Conversamos con la vida de todos los días por teléfono y le mandamos fotos del presente ausente; a fin de cuentas, nos extrañamos mutuamente. Los mojones perdieron la cuenta de tantos kilómetros, mientras seguimos invictos de lluvia. Pienso que nadie se comporta como realmente es en lo privado; es la otra parte de viajar. Por un rato, me parece, vamos y venimos en el mapa de nosotros mismos. Pero igual, en el momento preciso que se nos pierde la mirada y la memoria le hace foul a la razón, la jugada más esperada es la vuelta a casa.
Tinta Digital se muda
Hace 12 años
2 comentarios:
me gusto mucho!!
A mi tambien!!
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