Confiar

Tengo el disfraz de camaleón colgado en el placard y miro de reojo el despertador de mis sueños; un artefacto odiado y querido a la vez, que me permite ir a mover las ideas. Me pregunto si siempre tendremos que apelar a los titiriteros para lograr cierta imagen. Todos necesitamos descansar por lo que pienso delegar esta función a los marioneteros del destino y los ventrílocuos del qué dirán. A las pruebas me remito: sigo recursando esos parciales idiotas de facultad y promocionando las mejores materias de la vida. Es una elección desafiante, peligrosa. La actualidad se nutre mucho de fachadas y poco de contenidos, entonces los que no tienen contención brindan con cartón, mientras otros venden espejitos de colores, pocos y opacos, paco (espejo de un pasado roto que desmejora más que el clima en la selva, casi un tiempo de descuento pero sin ofertas para el futuro). Citó un libro amigo, sólo rojo y negro, que muchas veces resulta mejor parecer que ser, mas padecer no es buen plan y es poca la sed por trabajar. ¿Qué vale una acción de pasión? Ah, no cotiza? Perdón. Ingenio y movimiento, pilares de supervivencia o de los que viven súper. Es más que nada una cuestión de creer y, en el mayor de los casos, confiar en uno mismo; con fiar no logramos nada, o poco, o nos come el Coco.

2 comentarios:

Fernando (Cuqui) Espinosa dijo...

Estas líneas viven en mi cabeza y guían buena parte de mis acciones, quiero haber sido claro.

Anónimo dijo...

Confiar en uno mismo, esa es la clave!
Me encanto!
Tu fan Nro 1,
Inu