Hay silencios para llorar: sentimos lágrimas de almohada cayendo como en un tobogán, cuando vemos una luz baja seductora para lagrimear y no podemos llegar a penales ante una formación, casi lujosa, con que se presenta la tristeza a jugar de visitante. Mucho llanto en llanta de sueños felices. Hay noches en que lloro dormido. Las veces que charlo con la madrugada le pregunto cosas importantes y me responde que casi todo se define de día. Es una ruleta de preguntas que gira en un espiral de laberintos y no para, ni te deja descansar mientras dormís. En realidad, dormitamos irrealidades salpicadas con imágenes cotidianas sin tiempo y despojadas de espacio; algo así como una fragmentación incoherente de recuerdos, certezas y añoranzas. Son andanzas de cama sin movimiento, un delivery de incomodidad en tu taller de siestas. Pesadumbre de penas, sábanas sucias. Buscás una caricia tibia y no hay frazada. La mesa no da luz, el velador es de cera, no hay fuego. La heladera se mudó a tu cuarto pero no trajo comida. En esas noches que no pegamos un ojo, procuremos dormir al otro para quedar medio cansados y no tan desprevenidos para el mañana; es el guiño que propongo, para tratar de levantar algo. Si te sorprende esa luz mala, espero tengas una linterna de emergencia contra angustias noctámbulas. Que tengas buenas noches.
Tinta Digital se muda
Hace 11 años